El
ritmo de mayor fuerza de la música cubana comenzó siendo un coro, con una estructura
que acoplaba hasta 150 voces entre solistas, tonistas, censores y coros mixtos.
Estos coros que se denominaron coros de clave, se convirtieron hacia los años
veinte del siglo xx en el canto del guaguancó. Éste tiene dos partes: una
inicial, a modo de relato, que realiza un solista que canta como si estuviera
conversando con el tambor, ya que este último improvisa entre texto y texto. La
segunda parte del canto está formada por un coro que repite continuamente un
estribillo, mientras el solista improvisa fragmentos de la historia narrada. La
introducción tiene un compás de 2/4 y la conclusión de 6/8. Se interpreta con
tres tambores de diferente afinación: una tumbadora, que da el sonido agudo; un
quinto, que da el sonido grave; y un requinto, un tambor un poco más pequeño
confeccionado en cedro. Los primeros bailes de guaguancó eran conocidos como
rumbas de cajón por el uso de este último instrumento, junto a otro tambor
pequeño conocido como guagua. Dichas rumbas se presentaban en el puerto de la
Habana, de donde salieron sus mayores exponentes. Entre los compositores se destacó
Gonzalo Asencio conocido como Tío Tom y que en los años treinta hizo
famosas sus creaciones: Bemba Colorá,
Consuélate Como Yo, Changó Va’ Vení y Regañado Corazón. Entre los interpretes se destacaron: Virgilio Martí, Carlos Embale, Celeste
Mendoza, y diversas agrupaciones cubanas de voces y percusión como: Los Muñequitos de Matanzas,Los Papines y el dúo Patato y Totico. Tomado del Libro: La Salsa un Estado de ánimo de José Ateaga
Algo de Salsa Venezolana
domingo, 12 de julio de 2015
El Día en que la Industria Quiso Acabar con la Salsa
La salsa, sin duda, es un fenómeno
digno de estudiar socio lógicamente un género que integra la cultura del
barrio, la calle, la poesía urbana con el sabor del Caribe, además de poseer
estructuras musicales complejas que se llenan de armonías y contrapuntos a
ritmo de clave. Es una música hecha para el “Bailador”. Es una consecuencia del
intercambio cultural que nació de la presencia del continente de Ébano en
las Antillas caribeñas y se adentró en la esencia del latinoamericano. La salsa
nace como la esperanza del latino, y su poesía habla de cosas cotidianas
de la gente. Su raíz está en el “Son Cubano”, que a su vez es producto de una
diversa interacción cultural, evidenciada en la rumba y algunos palos del
flamenco, así como con ritmos de la madre África y de las músicas occidentales
de salón.
En la
cosmopolita Nueva York el “Son
Cubano” se aderezó con el pensamiento y
sentimiento latinoamericano, con esa cultura un tanto subterránea que surge de
la necesidad del inmigrante de afianzar su identidad, naciendo así este estilo
musical. A través del saoco, la rumba y la fiesta, la salsa es un ente
generador de conciencia social, que abarca el sentimiento latino. Para seguir
añadiéndole elementos al guiso, en la gran manzana, la Salsa se influenció del
lenguaje de Dizzy Gillespie, Duke Ellington, Thelonius Monk, Charlie
Parker, Coltrane, y varios más, abriéndose no solo a la improvisación jazzistica sino también incorporando el modo de estructurar
armónicamente tanto de las Big Bands y sus secciones de metales, como de las
bandas de Swing. La salsa es un compendio de ritmos musicales del caribe,
marcados por un patrón llamado la “Clave”.
¿Qué es la clave?
Es una
célula rítmica que se basa en un patrón africano que está en 6/8 y que con el
tiempo se transformó en una estructura binaria en 4/4 que tiene tres notas
seguidas, un silencio y luego dos notas. Para contarlo tienes que cantar:
un, dos, tres – un, dos, pero con ese saborcito típico de la herencia africana.
Hay dos formas de hacerla, a modo de información general, y es empezando con
los tres tiempos (un, dos, tres – un, dos)o hacerlo al sentido contrario (un,
dos – un, dos, tres). La salsa tiene que estar en clave y si está “fuera de la
clave”, hace que el sentido rítmico suene “cruzao”, o “Volteao”. Cuando la música está en clave hay como un alivio, es como quien
se toma un Alka Seltzer cuando tiene pesadez estomacal, y si no, para los que
conocen del tema, cuando está fuera de clave, uno siente que algo no está bien,
es como se siente uno después de comerse un mondongo con aguacate y arepas.
El nombre de la Salsa
Varias
fuente se atribuyen la creación del nombre de este género musical. Sin embargo,
hasta los años cincuenta, se hablaba de sones y guarachas; no se conocía
esta música con el calificativo de salsa. Quizás la versión más clara es como
la plantea Cesar Miguel Rondón, en su excelente obra: “El libro de la
Salsa”. Ahí Cesar menciona a Phidias Danilo
Escalona quien era un locutor de radio Venezolano como el autor del
término “Salsa”. El tenía un programa radial llamado “La hora de la Salsa”.
Como la “Salsa” es una mezcla exquisita de ingredientes musicales, ese
calificativo le vino bien al género. La salsa estructuralmente posee diversas
secciones, que a manera de información pueden ser interesantes. Células
musicales con estructuras instrumentales específicas como el mambo, la moña,
los solos de percusión, de piano, de trompeta, tres cubano o cuatro
puertorriqueño que es el instrumento que toca el gran “Yomo Toro”, son
fundamentales para entender la esencia de este género musical.
Del Copacabana al Maní
Además de
su contenido social, la
Salsa es una música hecha para el
baile, hecha con la intención de mover el esqueleto. A lo largo
de su historia, la Salsa ha tenido sus espacios, desde el tradicional
Tropicana, donde se armaron las rumbas legendarias en la Cuba de Batista, el
legendario Copacabana y el Madison Square Garden, donde eran famosas las rumbas
en Nueva York, o en Venezuela en locales como el Hipocampo, el Sarao, y
un par que marcaron a mi generación, ya que eran los sitios donde tocaban
mis amigos, como lo han sido “La Delia” y después el “Maní”. Estos son espacios
de encuentro, de la música venida del barrio abriendo su presencia en la urbe.
Espacios necesarios para la multiculturalidad de una ciudad.
El principio del fin:”la Salsa Erótica” o más bien “Errática”
A
principio de los ochenta, los sectores comerciales de la industria empezaron a
promover una cosa llamada “Salsa
Erótica”. Este estilo consiste básicamente en baladas a ritmo de clave, en donde
no existen moñas ni mambos, donde los cantantes pasan de ser unos grandes
inspiradores, genios de la improvisación, del swing de la calle, a ser unos
niños bonitos que cantan versos aprendidos. La estructura musical tan
sofisticada se pierde. El fraseo que, como en el caso de Cheo Feliciano, flota
sobre el ritmo, ya no existe. Son fórmulas mecánicas y acartonadas, en donde el
sentimiento de las raíces africanas en nuestra contemporaneidad se disipan ante
un fraseo baladístico, generando unos melismas tan enredados (estos son esos
“gritícos”, así como si les estuvieran pisando el juanete que tienen los
cantantes de “Salsa” y la mayoría de los baladistas de ahora) en donde cuesta
incluso adivinar cual es la melodía. Acá empezó el principio del fin. Solo unos
pocos criticábamos en su momento ese sacrilegio musical, hasta el momento en
que se perdió la clave y la inspiración. Por eso siempre hay que ver las cosas
en perspectiva. Es necesario seguir críticos ante la situación, pero el mundo
de la mentira musical es muy poderoso y descalificador, por lo que la
calidad ha pasado a un segundo plano. Lo importante es la imagen, no la música.
Haciendo una analogía, imagínense un equipo de futbol lleno de niños bonitos,
en el que ni Maradona, ni Pelé, ni siquiera Messi tendrían nada que buscar.
¿Será que se acabaron los Soneros?
El “Sonero” es la pieza fundamental de la salsa, lo más importante que debe tener:
su capacidad para contar una historia, hablar con el ritmo y realizar las
inspiraciones, que como la misma palabra lo dice, tienen que ser con
inspiración. El “Sonero” es un
cantante vinculado a la calle, a la improvisación, a la cadencia del
ritmo. El verdadero “Sonero” debe tener rapidez mental, es en esencia un contrapunteador, un
interlocutor de poesía urbana instantánea. Tiene que tener esa chispa y
velocidad que han tenido un Oscar de León, un Maelo o un Héctor Lavoe.
El día que la industria quiso acabar con la salsa
La industria de la música es gran
responsable de que un fenómeno sociocultural, como lo es la salsa, haya perdido
el espacio que le pertenece, y, en consecuencias, de una constante agresión a
la calidad de música que recibe la audiencia. La música se dividió entre arte y
entretenimiento, los agentes de la mediocridad han buscado la forma de seguir
inventando mentiras musicales, alejándose cada vez mas de la identidad y
cerrándole espacios a la buena música. Si fuera por los ejecutivos de las
disqueras no tendríamos un Pedro Navaja, la canción de salsa con mas copias
vendidas, porque los ejecutivos decían que era demasiado larga. Tampoco
tendríamos a un Juan Luis Guerra porque se basa en la música de su país o
nos perderíamos de tantos músicos que la industria ha tenido que aceptar
porque no le ha quedado mas remedio. Yo invitaría a muchos de los ejecutivos de
la industria de la música a reflexionar sobre lo que son las expectativas de
calidad y de lo que debería ser una actitud ética ante la música. La “Salsa” es
un género musical completo y complejo, es una música que, aunque su
finalidad es la de bailar, te pone a pensar. De la amalgama comercial con
influencia caribe, están el reguetón, la bachata y tantos otros géneros
que surgen efímeramente como novias de un día. A diferencia de esto, “La
salsa” fue, es y será, un género con personalidad e identidad. Para tocar
salsa, hay que tener conocimiento de la música, la armonía y el ritmo, no es
una música tan obvia como las que recientemente ha impuesto la industria de la
música. Un Palmieri, Papo Luca, Tito Puente, Larry Harlow, Johnny Pacheco,
Alberto Naranjo con su Trabuco Venezolano, están muy lejos de un lenguaje
básico y superficial, ellos son genios del conocimiento.
Luego
tiene que haber una búsqueda por la calidad de los textos de nuestra música
popular. Pablo Pueblo, Plástico, Calle Luna, Las caras lindas, son emblemas de
una conciencia social a través de la música. Creo que se puede esperar un
milagro. Que la gente que maneja la industria entienda que tiene una obligación
moral con la educación de generaciones futuras, que tiene que existir una
apuesta por la calidad, porque si no, sus propios hijos pueden ser víctimas de
la mediocridad musical, convirtiéndolos en seres vacíos. Después no podrán
quejarse si sus hijos lo que escuchan es Reggaeton o alguna
otra cosa así . No se puede ser tan cortoplacista, y toda acción genera una
reacción. La educación es una responsabilidad que tenemos todos y cada uno de
nosotros puede hacer mucho desde su propio espacio. Hay que seguir bregando
hacia un nuevo camino.
“Tengan fe, que esto no se acaba aquí”.
Espero que la salsa renazca como el
Ave Fénix de sus cenizas y surja así un nuevo modelo de música basada en los
géneros populares latinoamericanos, en donde lo importante sea el mensaje. Que
la buena música latina deje de estar en un espacio casi subterráneo y que
exista una apuesta por el sonero que inspira creativamente la poesía. Que un
Rubén Blades o Juan Luis Guerra, no sean la excepción, sino parte de todo un acervo
creativo, ingenioso, de calidad. Hay muchas personas que se mantienen firmes
creyendo en el género como una fuerza de expresión, con esa necesidad de
generar ideas. Cuando escuchamos a los Jóvenes del Barrio, a un grupo Niche, a
los Seis del Solar con mi admirado Rubén Blades o a mi hermano Alfredo Naranjo
con su Guajeo, o cuando vemos soneando a un caballo (como se le dice a los
grandes) como lo es Marcial Istúriz, que es parte de esta generación de relevo,
nos damos cuenta que no todo está perdido y que el futuro existe. Lo que hay
que hacer es seguir luchando por los espacios de calidad y esto, mis amigos, es
una responsabilidad de todos nosotros como generación, como seres pensantes y
como forjadores de futuro. No podemos seguir dejándole el futuro a la
mediocridad. La Salsa es una verdad en el universo cultural latinoamericano y
no podemos seguir dejando que la usurpen los farsantes. Autor: Aquiles Baez
Análisis delFfenómeno Urbano de la Salsa
Análisis del fenómeno urbano de la
salsa
La salsa, sin duda, es un fenómeno
digno de estudiar socio lógicamente un género que integra la cultura del
barrio, la calle, la poesía urbana con el sabor del Caribe, además de poseer
estructuras musicales complejas que se llenan de armonías y contrapuntos a
ritmo de clave. Es una música hecha para el “Bailador”. Es una consecuencia del
intercambio cultural que nació de la presencia del continente de Ébano en
las Antillas caribeñas y se adentró en la esencia del latinoamericano. La salsa
nace como la esperanza del latino, y su poesía habla de cosas cotidianas
de la gente. Su raíz está en el “Son Cubano”, que a su vez es producto de una
diversa interacción cultural, evidenciada en la rumba y algunos palos del
flamenco, así como con ritmos de la madre África y de las músicas occidentales
de salón.
En la
cosmopolita Nueva York el “Son
Cubano” se aderezó con el pensamiento y
sentimiento latinoamericano, con esa cultura un tanto subterránea que surge de
la necesidad del inmigrante de afianzar su identidad, naciendo así este estilo
musical. A través del saoco, la rumba y la fiesta, la salsa es un ente
generador de conciencia social, que abarca el sentimiento latino. Para seguir
añadiéndole elementos al guiso, en la gran manzana, la Salsa se influenció del
lenguaje de Dizzy Gillespie, Duke Ellington, Thelonius Monk, Charlie
Parker, Coltrane, y varios más, abriéndose no solo a la
improvisación jazzistica sino también incorporando el modo de estructurar
armónicamente tanto de las Big Bands y sus secciones de metales, como de las
bandas de Swing. La salsa es un compendio de ritmos musicales del caribe,
marcados por un patrón llamado la “Clave”.
¿Qué es la clave?
Es una
célula rítmica que se basa en un patrón africano que está en 6/8 y que con el
tiempo se transformó en una estructura binaria en 4/4 que tiene tres notas
seguidas, un silencio y luego dos notas. Para contarlo tienes que cantar:
un, dos, tres – un, dos, pero con ese saborcito típico de la herencia africana.
Hay dos formas de hacerla, a modo de información general, y es empezando con
los tres tiempos (un, dos, tres – un, dos)o hacerlo al sentido contrario (un,
dos – un, dos, tres). La salsa tiene que estar en clave y si está “fuera de la
clave”, hace que el sentido rítmico suene “cruzao”, o “Volteao”. Cuando la música está en clave hay como un alivio, es como quien
se toma un Alka Seltzer cuando tiene pesadez estomacal, y si no, para los que
conocen del tema, cuando está fuera de clave, uno siente que algo no está bien,
es como se siente uno después de comerse un mondongo con aguacate y arepas.
El nombre de la Salsa
Varias
fuente se atribuyen la creación del nombre de este género musical. Sin embargo,
hasta los años cincuenta, se hablaba de sones y guarachas; no se conocía
esta música con el calificativo de salsa. Quizás la versión más clara es como
la plantea Cesar Miguel Rondón, en su excelente obra: “El libro de la
Salsa”. Ahí Cesar menciona a Phidias Danilo
Escalona quien era un locutor de radio Venezolano como el autor del
término “Salsa”. El tenía un programa radial llamado “La hora de la Salsa”.
Como la “Salsa” es una mezcla exquisita de ingredientes musicales, ese
calificativo le vino bien al género. La salsa estructuralmente posee diversas
secciones, que a manera de información pueden ser interesantes. Células
musicales con estructuras instrumentales específicas como el mambo, la moña,
los solos de percusión, de piano, de trompeta, tres cubano o cuatro
puertorriqueño que es el instrumento que toca el gran “Yomo Toro”, son
fundamentales para entender la esencia de este género musical.
Del Copacabana al Maní
Además de
su contenido social, la
Salsa es una música hecha para el
baile, hecha con la intención de mover el esqueleto. A lo largo
de su historia, la Salsa ha tenido sus espacios, desde el tradicional
Tropicana, donde se armaron las rumbas legendarias en la Cuba de Batista, el
legendario Copacabana y el Madison Square Garden, donde eran famosas las rumbas
en Nueva York, o en Venezuela en locales como el Hipocampo, el Sarao, y
un par que marcaron a mi generación, ya que eran los sitios donde tocaban
mis amigos, como lo han sido “La Delia” y después el “Maní”. Estos son espacios
de encuentro, de la música venida del barrio abriendo su presencia en la urbe.
Espacios necesarios para la multiculturalidad de una ciudad.
El principio del fin:”la Salsa Erótica” o más bien “Errática”
A
principio de los ochenta, los sectores comerciales de la industria empezaron a
promover una cosa llamada “Salsa
Erótica”. Este estilo consiste básicamente en baladas a ritmo de clave, en donde
no existen moñas ni mambos, donde los cantantes pasan de ser unos grandes
inspiradores, genios de la improvisación, del swing de la calle, a ser unos
niños bonitos que cantan versos aprendidos. La estructura musical tan
sofisticada se pierde. El fraseo que, como en el caso de Cheo Feliciano, flota
sobre el ritmo, ya no existe. Son fórmulas mecánicas y acartonadas, en donde el
sentimiento de las raíces africanas en nuestra contemporaneidad se disipan ante
un fraseo baladístico, generando unos melismas tan enredados (estos son esos
“gritícos”, así como si les estuvieran pisando el juanete que tienen los
cantantes de “Salsa” y la mayoría de los baladistas de ahora) en donde cuesta
incluso adivinar cual es la melodía. Acá empezó el principio del fin. Solo unos
pocos criticábamos en su momento ese sacrilegio musical, hasta el momento en
que se perdió la clave y la inspiración. Por eso siempre hay que ver las cosas
en perspectiva. Es necesario seguir críticos ante la situación, pero el mundo
de la mentira musical es muy poderoso y descalificador, por lo que la
calidad ha pasado a un segundo plano. Lo importante es la imagen, no la música.
Haciendo una analogía, imagínense un equipo de futbol lleno de niños bonitos,
en el que ni Maradona, ni Pelé, ni siquiera Messi tendrían nada que buscar.
¿Será que se acabaron los Soneros?
El “Sonero” es la pieza fundamental de la salsa, lo más importante que debe tener:
su capacidad para contar una historia, hablar con el ritmo y realizar las
inspiraciones, que como la misma palabra lo dice, tienen que ser con
inspiración. El “Sonero” es un
cantante vinculado a la calle, a la improvisación, a la cadencia del
ritmo. El verdadero “Sonero” debe tener rapidez mental, es en esencia un contrapunteador, un
interlocutor de poesía urbana instantánea. Tiene que tener esa chispa y
velocidad que han tenido un Oscar de León, un Maelo o un Héctor Lavoe.
El día que la industria quiso acabar con la salsa
La industria de la música es gran
responsable de que un fenómeno sociocultural, como lo es la salsa, haya perdido
el espacio que le pertenece, y, en consecuencias, de una constante agresión a
la calidad de música que recibe la audiencia. La música se dividió entre arte y
entretenimiento, los agentes de la mediocridad han buscado la forma de seguir
inventando mentiras musicales, alejándose cada vez mas de la identidad y
cerrándole espacios a la buena música. Si fuera por los ejecutivos de las
disqueras no tendríamos un Pedro Navaja, la canción de salsa con mas copias
vendidas, porque los ejecutivos decían que era demasiado larga. Tampoco
tendríamos a un Juan Luis Guerra porque se basa en la música de su país o
nos perderíamos de tantos músicos que la industria ha tenido que aceptar
porque no le ha quedado mas remedio. Yo invitaría a muchos de los ejecutivos de
la industria de la música a reflexionar sobre lo que son las expectativas de
calidad y de lo que debería ser una actitud ética ante la música. La “Salsa” es
un género musical completo y complejo, es una música que, aunque su
finalidad es la de bailar, te pone a pensar. De la amalgama comercial con
influencia caribe, están el reguetón, la bachata y tantos otros géneros
que surgen efímeramente como novias de un día. A diferencia de esto, “La
salsa” fue, es y será, un género con personalidad e identidad. Para tocar
salsa, hay que tener conocimiento de la música, la armonía y el ritmo, no es
una música tan obvia como las que recientemente ha impuesto la industria de la
música. Un Palmieri, Papo Luca, Tito Puente, Larry Harlow, Johnny Pacheco,
Alberto Naranjo con su Trabuco Venezolano, están muy lejos de un lenguaje
básico y superficial, ellos son genios del conocimiento.
Luego
tiene que haber una búsqueda por la calidad de los textos de nuestra música
popular. Pablo Pueblo, Plástico, Calle Luna, Las caras lindas, son emblemas de
una conciencia social a través de la música. Creo que se puede esperar un
milagro. Que la gente que maneja la industria entienda que tiene una obligación
moral con la educación de generaciones futuras, que tiene que existir una
apuesta por la calidad, porque si no, sus propios hijos pueden ser víctimas de
la mediocridad musical, convirtiéndolos en seres vacíos. Después no podrán
quejarse si sus hijos lo que escuchan es Reggaeton o alguna
otra cosa así . No se puede ser tan cortoplacista, y toda acción genera una
reacción. La educación es una responsabilidad que tenemos todos y cada uno de
nosotros puede hacer mucho desde su propio espacio. Hay que seguir bregando
hacia un nuevo camino.
“Tengan fe, que esto no se acaba aquí”.
Espero que la salsa renazca como el
Ave Fénix de sus cenizas y surja así un nuevo modelo de música basada en los
géneros populares latinoamericanos, en donde lo importante sea el mensaje. Que
la buena música latina deje de estar en un espacio casi subterráneo y que
exista una apuesta por el sonero que inspira creativamente la poesía. Que un
Rubén Blades o Juan Luis Guerra, no sean la excepción, sino parte de todo un acervo
creativo, ingenioso, de calidad. Hay muchas personas que se mantienen firmes
creyendo en el género como una fuerza de expresión, con esa necesidad de
generar ideas. Cuando escuchamos a los Jóvenes del Barrio, a un grupo Niche, a
los Seis del Solar con mi admirado Rubén Blades o a mi hermano Alfredo Naranjo
con su Guajeo, o cuando vemos soneando a un caballo (como se le dice a los
grandes) como lo es Marcial Istúriz, que es parte de esta generación de relevo,
nos damos cuenta que no todo está perdido y que el futuro existe. Lo que hay
que hacer es seguir luchando por los espacios de calidad y esto, mis amigos, es
una responsabilidad de todos nosotros como generación, como seres pensantes y
como forjadores de futuro. No podemos seguir dejándole el futuro a la
mediocridad. La Salsa es una verdad en el universo cultural latinoamericano y
no podemos seguir dejando que la usurpen los farsantes.
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